Hace seis años que me detectaron dos tumores cancerosos en el colon. Los médicos me dieron seis meses de vida y para la gloria de Dios ya voy para seis años. Yo siempre he dicho que me voy a morir de cualquier otra cosa, menos de cáncer. Jesucristo es bueno. Él ha unido mi familia y ha cambiado mi vida, y me ha sanado de esa terrible enfermedad. Hace un par de meses, mi pierna izquierda se me empezó a inflamar. Fui al médico y me empezó a tratar. Como la pierna se inflamaba cada vez más, al punto que se me inflamó la parte superior hasta llegar a la altura de mi estómago. Me mandaron a donde otros especialistas, y todos ellos pensaban que era alguna vena obstruida. Me examinaron cuidadosamente por medio de tomografías, me hicieron exámenes de venas y de arterias, y no podían confirmar diagnóstico alguno, mientras la pierna seguía inflamada. Pasaron los meses y la pierna inflamada y me miraron más médicos y me hicieron más exámenes, sin resultados positivos.
Hace poco, cierto día por la tarde, estábamos en casa, y había llegado una joven que periódicamente nos atiende los pies, cuando de pronto ella me dijo: Mire don Rolando, ¿Por qué no orar por su pierna? Y yo le dije: Hija ya lo hice. Pero hagámoslo otra vez – respondió ella, añadiendo: Por qué no le dice a Dios, ¿Que quiere usted de él? Ay – le dije – yo quisiera no perder su cobertura, no perder su sombra, porque me siento solo. Estoy pasando por momentos de angustia y tribulación, y ya no hallo que hacer. Y en verdad, sentía que en aquellos momentos mi fe estaba a la altura de mis calcañales. En ese instante mi hija Krisia tocada por lo que yo acababa de afirmar, se retiró, y en silencio fue a orar a Nuestro Padre Celestial, diciéndole que Él era lo más importante para ella, y que después su padre, pero que ella lo necesitaba. A los pocos minutos regresó y continuamos orando, cuando de repente Krisia fue tomada en el Espíritu, cosa que jamás le había sucedido, y empezó a orar en lenguas y luego a interpretar las lenguas desconocidas, conforme está en la 1ª. carta del apóstol Pablo a los Corintios y el Señor a través de ella empezó a decirme: “¿Cuándo te he abandonado? ¿Cuándo te he dejado solo? Yo siempre he estado contigo, y jamás te abandonaré. Tengo cantidades de ángeles que te cuidan, que te protegen y las espadas de ellos, están para cuidarte. Y tu pierna va a ser sanada este día.” En aquel instante yo me voltee a ver, y empiezo a ver y sentir que mi pierna ante mis ojos, empieza a desinflamarse. Y les dije ¡La Pierna! Y siguieron orando, y para no hacer este relato más largo, al día siguiente mi pierna estaba nítida, como que no había pasado nada. Esto es para la gloria de Dios, porque fue un nuevo don que Dios dio a mi hija. Hoy ella está trabajando en la obra del Señor y es ocupada con ese don que Dios le ha dado. Yo le agradezco a Nuestro Señor Jesucristo por todo lo que ha hecho por mí en mi vida. El diablo siempre ataca. Hace tres días la pierna se me empezó a inflamar, pero le dije: ¡No! No tenés nada que hacer aquí. No más, no más dudas y hoy la pierna la tengo perfecta, y le doy gracias Jesús por todo lo que ha hecho en mi vida.