Durante siete años pertenecí y fui sacerdote Gnóstico, y conocí cosas, tales como sanar enfermos. Lógicamente yo sabía que hacer cuando había un enfermo. Hace unos tres años llegué a la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo, donde me presentaron un Cristo real y vivo. Poco tiempo después asistí a un SAEL, que es un Seminario Avanzado para Líderes de dicha Fraternidad, donde fui bautizado por el Espíritu Santo. Fue una experiencia maravillosa. Hace como dos años mi hijita enfermó. Le salieron unas llagas por todo el cuerpo, al grado que no podía levantar sus bracitos, y caminaba como que era un robot. Yo solo me le quedaba viendo, pero no hacía nada. Mi esposa me decía; ¿Cómo es que tú vas a orar por otros y por mi hija no orás? Y mi corazón me dolía. Y yo sentía que el Señor me decía: No eres tú, sino ella la que debe de orar. Yo sabía que ella sanaría si yo oraba por ella, porque Dios dice que va a usar nuestras manos. Los hombres de la Fraternidad tenemos algo, que es más poderoso que aquel que está en el mundo. Y esa niña sufría y yo solo la veía. Pero en mi rinconcito yo me ponía y le pedía: Señor, toma control de esta enfermedad. En el nombre de Jesús usa a mi esposa para que entienda lo que tu quieres hacer. Es un propósito tuyo Señor. Yo le pedía al Señor como siempre lo he hecho, porque la Biblia dice que de la abundancia del corazón habla tu boca. Era la parte más importante de mi vida que se estaba muriendo. Cierto día yo le dije Señor Jesús, no puede ser, ¿Yo soy tu hijo y tú me diste esta hija cuando yo te la pedí. Es bendición tuya, y a tus hijos jamás los ha dejado morir. Tu palabra dice que nunca mendigaremos por pan. Haz algo, porque mi hija se muere.
No hacía mucho, yo había asistido a una reunión en la que un hombre había sido liberado de un demonio y eso me había dado aun más seguridad en el poder que hay en el nombre de Jesús. Ese día mi esposa comprendió a Demos Shakarian cuando dijo, Señor no me levanto hasta que tú me respondas, ella dijo: Señor Jesucristo, no me levanto de aquí hasta que tú sanes a mi hija. Se puso en oración, y como a las doce de la noche, mientras ella estaba en oración, y yo en mi rincón orando, de pronto ella vio descender una luz del cielo, que se posó en el cuerpo de mi niña. Fue algo impactante. Ellas sintieron algo sobre natural. Fue algo maravilloso, pues al día siguiente mi niña estaba completamente sana, las llagas habían desaparecido de su cuerpecito. Y lo más curioso del caso es que cuando mi niña estaba enferma, yo no tenía ni cinco en la bolsa, y por eso yo le di gracias a Dios, porque si hubiera tenido dinero, lo primero que hubiera hecho era buscar un médico. Y yo decía; Un sacerdote gnóstico, que andaba con una vestidura de color celeste y con una espada trabada en el cinto, ahora está llorando por su niña que sufre. Pero dentro de la Fraternidad yo aprendí que el poder de Dios está con nosotros. Y es por eso que mi niña ese día fue sana, y desde entonces no se ha enfermado.