Mi sanidad a corta edad impactó a mi familia. A raíz de eso, mis padres iban a retiros y los domingos nos ponían a rezar y a cantar. Yo empecé a relacionarme con religiosos y personas laicas, y empecé a ver que cada uno tenía diferente visión de lo que es Dios. Uno de estos amigos era un sacerdote cuya misión era reclutar jóvenes para la guerrilla, porque para él, el esquema de Jesús era de un revolucionario. Así que empezamos a conocer gente que estaba involucrada aspecto revolucionario. Yo escuchaba por la radio a predicadores de otra denominación que la mía. ¿Quién será Jesús? Decía para mis adentros. Tiene que haber solo uno, no dos.
Saqué mi ingeniería en los Estados Unidos, y regresé con más preguntas de cuando me fui. En esta vida, las cosas materiales van tomando preferencia. Me casé, fundé una empresa y me convertí en su gerente. Mi vida floreció en el aspecto material. Llegó un momento en que yo tenía casi todo lo que un hombre necesita; pero las preguntas allí estaban. Iba a la iglesia los domingos, donde veía una que otra cara como que estaba conectada, pero otro montón de caras que estaban así como viendo las moscas... y decía: ¡Qué ondas! ¿Aquí estamos o no estamos? ¿Qué será? Yo tampoco podía decir que estaba conectado, a pesar de que me creía muy espiritual, muy sabedor de las cosas de Dios. Un compañero empezó a invitarme a la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo. Mi esposa y su esposa, eran muy amigas y salíamos juntos todos los fines de semana. Y los domingos invariablemente me hablaba de la Fraternidad, y me decía: Te invito hombre, vieras que bonito, que esto y lo otro. Yo le miraba a él como medio niño en esas cosas, porque yo había leído mucho, no solo de Cristianismo sino de la iglesia Musulmana, de la Budista etc., y tenía una comprensión un poco sincretista, en que si había un Dios, era universal, para todos, Sin embargo cierto día me dijo: Allí van católicos, evangélicos, bautistas... Eso lo sentí raro, porque en toda la historia, las causas de las guerras, de los pleitos, de las divisiones, han sido los deportes, la política y sobre todo la religión. ¡Y que católicos y evangélicos se pudieran sentar y hablar de Jesús, sin agarrarse de las mechas! Era digno de verse. Así que por curiosidad un sábado por la mañana fui a un capítulo, y me acuerdo que un hombre que estaba sentado en mi mesa, empezó a contar mi vida a través de su vida. Mas aquel hombre tenía una paz y yo no tenía. Dos años después la vida se me puso cada vez mas complicada y me sentía cada vez más solo, hasta que una noche viendo la televisión, un predicador hizo dos preguntas. Dijo con autoridad:: ¿Necesitas un milagro esta noche? Yo necesitaba un montón de milagros. Luego dijo otra cosa que cambió mi vida. ¿Quieres que Jesús tome control de tu vida? Como ingeniero industrial, sé que cuando hablamos de poner un sistema bajo control, se llega a ver lo que está arruinado, sea un sistema, una máquina o lo que sea, uno que sabe como hacer las cosas, arregla los parámetros correctamente y lo deja bajo control. Y yo en ese momento percibí una cosa grandiosa. Dios deseaba controlar mi vida. En aquel instante decidí entregarle mi vida a Jesús, y Nací de Nuevo y entré a formar parte de la Gente más Felices de la Tierra en la Fraternidad.