Yo vine aquí por vez primera, hace diez o catorce sesiones de estas, y no vine por alguno de los motivos que yo he escuchado a los asistentes aquí. La razón que me trajo es que me encontré con un señor, un amigo, el cual sabía yo que tenía problemas importantes, y yo lo vi alegre. Lo veía contento, lo veía feliz, y le digo: Oye ¿Cómo haces tú, para con los problemas que tienes, ir así por el mundo? Y me dijo: Ven a un sitio. Así llegué aquí y no sabía que sitio era, ni de que se trataba, ni que tipo de gente. Nada, no sabía nada. Y mientras yo observando, calladito. Supongo que en algún momento alguno de ustedes debió decir: ¿Y este? No, habla... pero se fija, se fija mucho. Como el señor que va a una tienda de mascotas y pide un pájaro que cante, y al hombre se le han terminado los pájaros, pero no quiere perder el cliente. Y dice: Lo único que tengo es un Búho y mire ese canta muy bien, es maravilloso. Lléveselo a su casa y ya verá. Después de un tiempo regresa y dice: ¡No canta! ¿Cómo que no canta? Es que usted no le enseña, usted tiene que irle explicando poquito a poco. Después de varias quejas, por fin regresa y dice: No, no canta, ya le enseñé bien y de cantar no canta, pero de fijarse, se fija mucho. Tal es mi caso, de cantar no cantaba, pero me fijaba mucho, hasta el día de la semana pasada que empecé a cantar, y voy a seguir cantando,
Quería contar lo que he experimentado aquí. En primer lugar, una cosa que coincido con todos ustedes, que aquí yo me recargo las pilas. Vengo y salgo mejor. ¿Por qué? Supongo de oírles a todos, y de sentir la presencia del Espíritu Santo que yo creo que está aquí. A mi amigo alias MOP, yo le copio. Este señor encontró una solución en su vida, a mí me parece que es un tema importantísimo. Yo insisto mucho en esto que uno que viene aquí, y encuentra cosas; cosas que si va al mercado, no puede comprar. No puede comprar felicidad, o tranquilidad, ni seguridad, pues no hay terapeutas para eso. Y si alguien les ayuda, es seguro que les cuesta mucho dinero. Y aquí todo es gratis.
Hablando de milagros. ¿Son milagros? No, dicen unos, un milagro es que una vaca vuele. Si yo le digo a Dios, Mira, Señor yo quiere ver que las vacas vuelen. Me dirá: Calla insensato eso no es así, no lo has entendido. Lo que yo veo aquí cada día es como, si ustedes han ido alguna vez a un quiropráctico, de esos que “track”, ajustan los huesos. En estas reuniones es como si Dios nos hiciera como el quiropráctico, un ajuste. Y eso que parecía que no podía suceder, que era muy improbable, que lo habíamos intentado por años, de pronto sucede. ¿Volaron las vacas? No, no volaron las vacas, no nos engañemos, pero eso que parecía imposible, sucedió. Esos son los milagros. El reajustar nuestras vidas desde adentro, porque nosotros mismos cambiamos. Estos son los milagros y yo aquí he visto muchos, e insisto, no se ven en la calle. Otra cosa que yo he notado aquí, es la unidad. Yo no sé de ustedes de que religión son. Ni tan solo si van a alguna iglesia. No me importa porque yo estoy aquí con ustedes para relacionarme con Dios en una forma mejor y aprender de todos ustedes. A mí me agrada ser protagonista de cosas grandes y nobles, y creo que la ventaja que tenemos aquí es que todos, ustedes y yo somos protagonistas de un acto de acercamiento a Dios, de comunión con Dios y de encontrar el camino de la unidad con él. Muchas gracias.