Hoy les voy a hablar como un hombre de negocio que busca el éxito empresarial, y la vida nuestra, a pesar de que a veces no la vemos así, es una empresa. Cuando vine a este Capítulo me di cuenta de cuan deficiente era la administración de mi vida como empresa.
Yo creía en un Dios Padre, un Dios Hijo y en un segundón, un Dios Espíritu Santo. Así lo había aprendido. Así fui enseñado. Pero en los últimos dos años aquí en la Fraternidad de Hombres de Negocio del Evangelio Completo, he venido aprendiendo que no es así la historia. Si se hace memoria de lo que se ha hablado aquí en este podio el día de hoy, ha habido un factor común: El Espíritu Santo, el mismo que recibimos cuando pasamos adelante el primer día aquí, para Nacer de Nuevo; para ser hombres diferentes. Yo buscaba una excelencia empresarial de mi vida de: Cómo poder llegarle al Dios Padre. Cómo poder hablar en el nombre de Jesucristo, y venir a él y decirle: ¿Cómo hago? ¿Cómo me vuelvo yo más eficiente? Cuando un día, mi General Machuca me prestó un libro titulado: “Buenos Días Espíritu Santo”, que me abrió una puerta para entender mejor donde podía estar la eficiencia que andaba buscando, y ese es mi testimonio de este día. Quiero decirles que el Espíritu Sant6o está bien vivito. Que lo oye a uno. Claro, uno tiene que aprender como dirigirse y como llegar a él. En la Biblia dice que cuando Jesucristo se fue, les dijo a sus discípulos que no salieran hasta que recibieran el Espíritu Santo, y el día de Pentecostés lo recibieron y salieron a las calles, y nunca los pudieron derrotar. Por eso perduran las enseñanzas que dejó Jesucristo a doce personas, hasta no sé cuantos miles de millones que somos ahora en el mundo. Ese era y sigue siendo mi problema. ¿Cómo ser más eficiente en ese sentido? Porque yo no quiero ser feliz por ratos. Para serles sincero: ¡No! Yo quiero ser feliz todo el día, las veinticuatro horas del día, con cada minuto y cada segundo. Al irme dirigiendo de esa manera al Buen Dios, Él me ha ido contestando, y me han ido saliendo las cosas que me las manda con unas curvas, que ustedes no se imaginan. Es jocoso, les digo. Es bien alegre para dar las respuestas. No son aquellas respuestas serias de un ser empurrado. Son jocosas, y van saliendo, una por una. La semana pasada, uno; anteayer otro. Yo le digo: Mirá Diosito, el gotero con que me estás respondiendo: ¡Está muy chiquito! O la gota más seguida o un chorro más largo. Porque son tantas las cosas que necesitamos que solucionar. Mi testimonio es decirles: Señores el Espíritu Santo está acá. Y es menester que nuestra iniciativa, como hombres y mujeres de negocio, buscar la excelencia en esa comunicación con Dios. Busquen al Espíritu Santo. Él es el ayudador que nos ha sido dejado. Jesucristo se fue y está sentado a la diestra de Dios Padre, pero nos dejó al Espíritu Santo. En la Biblia está: “Os dejo un ayudador”. Búsquenlo. Busquemos la excelencia. Les estoy hablando como un hombre de negocio que cree en Dios, que todo mi esfuerzo ha sido, ¿Cómo me comunico mejor con él? ¿Cómo me responde mejor? El Espíritu Santo se ha vuelto vivo para mí, y si lo hizo para mí, creo que ustedes están más calificados que yo para eso.