Ayer tuve a un amigo frente de mi escritorio, que me preguntó: Mirá, ¿Y esa cosa de la Fraternidad..., Cómo es? Te invito le dije, porque allí hay gente “planchada”. Allí no hay pastores, no hay curas, pero es gente planchada para hablar de Jesucristo, y eso es lo que me llega. Yo solo vi que se quedó expectante, como queriendo averiguar algo más de la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo.
Fijáte, le dije, que todos los que he escuchado allí, son pecadores. Pecadores arrepentidos, por supuesto. A mí eso me han pegado, porque como yo he sido un gran alcohólico. He sido una persona que no ha andado en buenos pasos, y por eso, creía que no cabía en ninguna parte. Pero allí me he encontrado con gentes que han sido bebedores, adúlteros, hasta drogadictos a quienes Dios ha transformado. No son gentes que los escogieron por buenitos y por eso están allí. Me identifico con la mayoría de ellos. Y es que realmente en la Fraternidad yo he oído testimonios tremendos de gente que andaba en los mismos caminos que yo andaba.
Yo escuché en un capítulo, a un hombre que tuvo sida y se la había pasado a la esposa y al niño, y andaban ahí cantando y alabando a Dios, porque estando en la Fraternidad Dios los había sanado. Estuve en Miami, y allá fui a un evento de la Fraternidad. Yo nunca había visto alguna agrupación religiosa donde sacaran demonios o que se orara para curar de cáncer y que Dios respondiera la oración. Realmente me doy cuenta que es Dios, actuando hoy por medio de hombres laicos, que está haciendo esas sanidades.
Estaba recordando cuando llegaron a Jesús diciéndole, “Mirá, huye, vete lejos de acá, porque Herodes te quiere matar”, y él dijo: “Digan a esa zorra que hoy y mañana, yo echo fuera demonios y estoy haciendo sanidades y al tercer día termino mi obra.” Y vemos que Jesús en verdad ha estado con nosotros en estos dos mil años, porque hoy y mañana significan para él dos días pero, proféticamente son dos mil años. Y él ha estado haciendo milagros a través de los creyentes, lo que pasa es que al estar vendados nuestros ojos espirituales, no hemos visto la obra de Jesús.
Yo había oído y creído que hizo milagros hace dos mil años, pero naturalmente yo no había participado. Pero soy testigo y me doy cuenta que Jesús sigue haciendo milagros hoy, tremendos milagros. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, nos encomendó a nosotros la palabra de la reconciliación al tomar nuestras maldiciones, enfermedades, la paga del pecado y habernos trasladado las bendiciones que él tenía. Esa es una permuta tremenda, y lo único que nos pide es que vengamos a dar testimonio. Así es de facilito. Él ha cambiado al viejo hombre que había antes en mí, por lo que soy una nueva creación. Definitivamente, por eso para mí es una obligación dar testimonio.
Colgados en la cruz, es lo que nos hubiera tocado a nosotros. Y él estuvo colgado en la cruz por nosotros. O sea que esa acta en la que estaban los decretos que nos condenaban a muerte a nosotros quedó clavaba en la cruz del Calvario. Me gusta esta Fraternidad donde estos hombres están librándose de un montón de prejuicios religiosos y cuestiones, y están enfocando sus vidas en lo que verdaderamente vale la pena poner los ojos, en Cristo Jesús.