Yo les puedo testificar que Jesús me ha salvado la vida, me ha protegido de balas, en medio de un refuego de mas de cincuenta balas de M16 dirigidas directamente a mi vehículo cuando íbamos con mi familia para Guatemala. Les puedo testificar que Jesús me ha sanado de enfermedades que podíamos considerar críticas. Mi testimonio es decirles: Yo creo que Jesús es el Hijo de Dios.
Cuando yo estaba saliendo del Colegio para entrar a la Universidad, me sentí libre como un pajarito y empecé a probar todas las cosas. Allá por 1968, en la época de los hippies, la música rock y las drogas, también probé eso. Sin embargo en medio de mi andar en ese mundo, Dios tuvo misericordia de mí. ¿Por qué? ¡Ahora lo sé! Para poder darles hoy testimonio de su poder.
La primera vez que supe que había poder en el nombre de Jesús, sin yo conocerle y andando en el pecado, fue cuando vivía en los Estados Unidos en la casa de una buena familia, y tenía que cortar el césped. Era un césped vasto y había una máquina cegadora que no arrancaba. Entonces no sé como me salió, después de casi dos horas tratando de arrancarla, y le dije a la máquina: “En el nombre de Jesús, vas arrancar”, y de pronto arrancó. Eso me dejó pensativo.
La segunda ocasión, fue cuando me enteré que en el Miami Beach Convention Center iban a dar una obra rock que se llama Jesucristo Super Estrella. Me propuse verla y como andaba metido en mi onda psicodélica, me preparé, y cuando llegué al lugar, ya había empezado la función. Yo andaba en una gran onda, cuando de pronto una cosa me impactó y fue cuando se proclama que Jesucristo muere y Pum..., se apagan las luces y ¡RESUCITÓ! Eso ¡Jesús Resucitó!, caló tan profundamente en mi corazón, que salí con la convicción que Jesucristo había resucitado.
Regresé a El Salvador; mi papá empezó en su búsqueda del Señor a leer unos libros... y yo de curioso me metí a leer lo que él leía, y así me di cuenta que existía la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo. Que había gente que daba testimonio de que Jesús vivía. En mi vida colegial yo había sentido deseos de tener una relación cerca con Dios y me habían dicho que eso no era posible. Eso es para los santos y ¡vos estás excluido! Pero Dios ya había ido preparando el camino.
Un día al regresar de la Universidad me encuentro con un programa de Billy Graham, y él decía que no tratáramos de limpiarnos, que buscáramos a Jesús así como estábamos, y que Él se iba a encargar de todo lo demás. Eso me convenció y dije: “Señor, voy a hacer la prueba; lo que quiero es tener una relación contigo. Quiero ser seguidor tuyo.” Me hinqué frente al televisor y le acepté en mi corazón. De ahí en adelante mi vida cambió.
Había tratado de leer la Biblia, y no la entendía. Leía los evangelios, no les entraba por ningún lado. Pero cuando acepté a Jesús, después de tomar esa decisión, de pronto empecé a leer el evangelio de Juan y me di cuenta de que empezaba a entender. Leía los Hechos, y entendía. ¿Cómo es esto? Y ahora si entiendo. Y es mas, cada vez que leo, siento que la paz de Cristo llena mi corazón. Siento gozo... y he descubierto en la Biblia que lo que ha venido a hacer morada en mi corazón se llama Espíritu Santo, de lo cual doy testimonio.