Mi padre sufría de depresiones hasta que unos amigos lo llevaron a un grupo de neuróticos anónimos, donde le invitaron a una iglesia, a la que trató de llevarnos con mis hermanos. Yo lo que hacía era esconderme. Todo porque pensaba que las iglesias eran solo para niños, mujeres y ancianos, y yo no quería saber nada de Dios, al que nunca le dediqué tiempo.
Empecé a trabajar, me casé, tengo tres niños, dos niñas y un varón. Dios me fue bendiciendo con trabajo, y yo no lo sabía. Empecé a trabajar en una empresa en la que sentí que era una bendición de Dios. Llegué a tener un buen salario, pero no sabía yo que eso iba a enfermar mi mente. En la empresa a mis compañeros les gustaba la parranda, las faldas y maltratar a la gente.
Esa compañía poco a poco llegó a afectar mi hogar. Cuando salía, mis hijos dormidos, cuando llegaba, mis hijos dormidos. Con mi esposa, solo eran discusiones, pleitos y a mí ¡me valía! Pero eso, colmó la paciencia de Dios y empezó a tratar conmigo. Me quitó el trabajo, y yo pensaba: Tengo buenas producciones, y ¿por qué me despiden? Bueno ¿Y Dios?, ¿Por qué me quitan? Reclamándole a él. Yo decía: Yo soy un ingeniero agrónomo, estoy preparado, etc., a la vuelta de la esquina voy a conseguir trabajo rapidito y bien pagado. No sabía yo que iba a estar un año completito sin trabajar. Escribí curriculuns que repartí, y estoy esperando todavía que me avisen.
Mi esposa conoció a unas personas de la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo, quienes me invitaron a un desayuno. El título de Evangelio Completo, no dejó de incomodarme. ¡No!, Iglesia, no!, decía. ¡Vaya hombre!, Solo llegue a desayunar, me dijeron. Es mas, me dijeron, el desayuno ¡es gratis! Usted no va a pagar nada. Por fin fui, y llevé mi curriculun. Yo había oído hablar de milagros, pero nunca los había visto así tan cercanos. Ello me motivó a continuar asistiendo para escuchar todos esos milagros, porque dije, si con estos pudo, conmigo como no va a poder.
Ese año que estuve sin trabajar, curiosamente fue un año de bendición, todas las cuentas se pagaron, luz, agua, colegio. Al principio yo decía, ¿Como es que se pagan? Pero era la misericordia de Dios que se encargaba. Él quería hacer el trato conmigo, durante todo ese año para que yo me humillara, para que el humillado fuera yo. Y gracias a Dios hoy me doy cuenta que si hubiera conseguido trabajo, no estuviera aquí, me hubiera ido.
Además Dios me regaló milagros increíbles. Sin tener dinero y sin trabajo, Dios permitió que me dieran la visa para los Estados Unidos. Con mi esposa anduvimos por Argentina, Brazil, Estados Unidos, Méjico, con los gastos pagados, y que más decirles, todo fue tranquilidad.
Pero hace poco tuve una prueba que me hizo recordar mi pasado. Me ordenaron la prueba de sangre. Cuando fui a recoger los resultados, un nerviosismo me invadió, y como una película, pasó por mi mente todas mis andanzas anteriores; pero gracias a Dios el resultado indicó que todo está perfectamente bien, no hay ningún problema. Esto me hizo recordar un pasaje de la Biblia, donde dice que nos vamos a presentar ante Él, y va a buscar en el Libro de la Vida a ver si estamos anotados. Y eso es lo que quiere la Fraternidad, sin tinte religioso, traernos al conocimiento de Jesús y de su Santo Espíritu, para que cuando allá lean los nombre, digan: ¿Mauricio Menjivar? A ver... ¡Aquí está! Puedes pasar.