Cuando en Octubre del 2000, nos dimos cuenta de que mi papá, actualmente Presidente del Capítulo “7 Mares” de La Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo, necesitaba de un examen del colon, yo fui a ese examen. En esa ocasión no pensaban que era un tumor, y fue bastante impactante cuando el médico comenzó, y me dice ¡Está fregado! Siguió avanzando y había otro tumor canceroso, y eran malignos, porque ellos conocen.
En ese momento, uno siente, sobre todo cuando es un ser amado, que se le cae el mundo. Lloramos, pero pasados los días después de un quebrantamiento, alguien me dijo, Mirá, has estado tantos años en el evangelio, y lo que has aprendido, hoy ponlo en práctica; va a ser tu graduación, porque tenemos un Dios Misericordioso, un Dios Vivo y un Dios de Poder.
Entonces yo les dije a toda mi familia, “Bueno vamos a empezar a clamar. Dice la Biblia que al que cree en Jesús, todo le es posible, y que cuando dos se pongan de acuerdo en su nombre, les será hecho lo que pidan”. Y empezamos a doblar rodillas y a clamarle a Jesucristo. Como familia unidos, cuando mi papá iba a la sesión de quimioterapia, no había día que no oraramos por él. Y era sorprendente verle comiendo a la par que le aplicaban la quimioterapia. En la mayoría de las veces, mi papá manejaba el carro y se iba a la casa como lo explicó. Y los médicos saben que 56 quimios y 30 sesiones de radiación son bastante fuertes, sin embargo nos consta que ni se le quitó el hambre, ni se le cayó el pelo, ni experimentó nauseas ni malestares.
Dice la Palabra, que a los que aman a Dios, todas las cosas le sirven a bien. Indudablemente había áreas en nuestras vidas que todavía no habían sido cambiadas. Creo que Dios permitió esas circunstancias, para que nosotros como familia, cambiáramos algunas áreas y nos acercáramos a Él. Fue algo que fortaleció a nuestra familia. Curiosamente la enfermedad de mi papá nos unió mas, hizo que todos nos entregáramos más a Jesús.
Al cabo de dos años, le hicieron un examen al que yo lo acompañé.. Yo, a la verdad iba bastante confiado por lo que Dios ha hecho hasta ahora. Cuando comenzó, el médico me dice. “Mire, lo importante es que cuando biopsiemos no haya nada malo, que no haya ningún tumor. Durante dos años, cada dos meses se le han hecho exámenes y todo ha salido negativo”.
Antes de que me duerman – dijo mi papá - avísenme para empezar a orar. Comenzó a orar y nunca se durmió completamente, pues a pesar de la inyección seguía orando. En la operación a mi papá le habían dejado unos 5 centímetros de colon, órgano que conforme la ciencia no crece. Nosotros orando, sabíamos que iba a estar limpio; además orábamos por un órgano nuevo. De pronto el médico sale corriendo de la sala de operaciones, y regresa con una regla. Mide, toma fotos y luego me dice: “!Mire, el colon ha crecido! ¡Ahora tiene doce centímetros! Y con este incremento ya casi podemos unir el intestino al colon y, ¡No mas colostomía!
Por este milagro hemos aprendido a depender de Jesús en todo. Si Dios permitió que mi papá tuviera eso, es porque, aunque en las demás áreas creía, pero le costaba creer en la sanidad divina, mas ahora puede dar testimonio de esa sanidad divina en su propio cuerpo, porque ya pasó por esa prueba de fuego. Que Dios les bendiga.